El “yo” y el lenguaje. ¿Podemos transmitir sin usarlo?

El ser humano es una criatura compleja. Esto no implica que no haya otros seres complejos, pero uno de los aspectos de su complejidad que lo hace único es el tamaño de su cerebro. Este tiene la capacidad de evocar ideas y conceptos de diversas maneras, de las cuales, la más frecuente es el lenguaje.

Estudiemos entonces el concepto del lenguaje. No es un rasgo habitual en los seres vivos. Tan poco habitual es, que hasta ahora sólo los seres humanos lo hemos desarrollado (que sepamos), si bien esto no significa que no haya otras criaturas que puedan comunicarse. Es solo que no son tan eficientes, emplean mayormente índices y en ocasiones iconos. Sin embargo, el lenguaje tiene la capacidad de condensar ideas muy complejas mediante un sistema de fácil transmisión ya que tiene, además de esto, símbolos. La capacidad de generar símbolos que representan ideas es única en los seres humanos, pero precisamente para nuestra especie resulta vital. Y es que el ser humano es un ser muy social. Interactuamos unos con otros constantemente. Que apareciera el lenguaje, un sistema de símbolos que transmite de manera eficiente ideas, no solo es asombroso y maravilloso, es que además, resulta una herramienta especialmente eficiente para relacionarnos y por lo tanto para generar una cultura.

¿Pero que requiere un ser vivo para que se genere un lenguaje entre sus miembros? Para el lenguaje son necesario varias características simultáneas en una especie, que incluyen la autoconciencia (o la conciencia de que uno existe como individuo), la sintaxis (una manera de organizar y ordenar palabras y expresiones), desplazamiento (pensar en situaciones que no son el “aquí” y el “ahora”) y simbolismo (que haya elementos que representen ideas, acciones u objetos). No vale con tener unas cuantas de estas, hacen falta todas.

Fuente: Pixabay

Me gustaría profundizar un poco en la idea de la autoconciencia. Hemos hablado del lenguaje. Es posible que ambas cosas estén estrechamente relacionadas. Ser capaz de identificar cosas del entorno, nombrarlas las diferencia y les da un orden. También hace entender cuál es tu relación con aquello que nombras. Hace entender que existe un “yo”. Un ejemplo de esto podría observarse en el caso de Helen Keller, una niña sorda y ciega, que no recibió una educación formal hasta los 7 años. Cuando le pusieron la mano bajo el agua y le hicieron el símbolo del agua en la otra mano, pasó a existir. Así lo dice ella misma. Antes de poder nombrar las cosas, de existir, sólo había reacciones viscerales, no había consciencia de sí misma.

Volvamos al hilo que seguíamos. El lenguaje es una herramienta útil para generar ideas, así como para transmitirlas. Cuando pensamos, solemos usar el lenguaje. No es frecuente pensar sin el mismo, no es habitual pensar en sensaciones sin asociarlas a una palabra y mucho menos no generar un símbolo que represente un objeto o una idea. A mí personalmente me cuesta mucho. Podría pensar en objetos, en cosas, con poco esfuerzo (en una manzana por ejemplo), pero ¿cuándo pasamos de la idea al lenguaje? Es más, a medida que la idea se vuelve más compleja (comer, comer una manzana, comerme yo una manzana) más difícil es no emplear el lenguaje. Y una vez más, ¿acaso no estoy aún así empleando símbolos cuando pienso en mí mismo realizando una acción? ¿Dónde establecemos el límite? Cuando genero estas ideas en parte estaré empleando una parte del cerebro que es capaz de identificar y nombrar esas ideas. ¿Es posible no hacerlo? ¿Sería capaz de generar esas ideas si no hubiera aprendido su significado en su momento?

Si encima tuviera que transmitir esas ideas, si tuviera que compartirlas con otras personas, sin emplear el lenguaje, resultaría extremadamente complicado. Podría hacer dibujos, simbolizar el yo, simbolizar la manzana, simbolizar la acción de comer y de alguna manera transmitir la idea a otros de que yo me como una manzana. Sin embargo, nos encontramos con dos problemas. El primero es que tengo que ser muy fiel a estos conceptos en estos dibujos o que los dibujos representen de manera muy eficaz la idea que intento transmitir. El segundo problema tiene que ver con lo que acabo de decir, pues ¿no es esto acaso un lenguaje? ¿no estoy acaso generando símbolos que transmiten ideas de manera abreviada y sencilla? También puedo hacer mímica, pero me temo que estamos de nuevo en la misma situación ¿qué es el lenguaje de signos sino un refinado sistema de mímica?

Yo soy quien soy respecto a todo lo que no soy y puedo nombrar. La capacidad del lenguaje, me temo, ya es inherente a mí y al “yo”. Somos inseparables. Tengo conciencia gracias al mismo y por lo tanto, me resulta difícil pensar que pueda transmitir una idea o incluso de imaginarla sin emplearlo. A menos, claro, que sea terriblemente laxo en cuanto a su significado. 


 

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