Evolución y cultura

En una publicación anterior, vimos cómo podía surgir la vida y cuál era el mecanismo de evolución de los seres vivos, tal y como los entendemos. Hablábamos del código genético, lo que era y la razón de su existencia. El código genético guardaba información muy variada que afectaba a cómo su portador interactuaba con su entorno y contenía las instrucciones que lo definían como individuo.

Una cultura es un conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época, etc. Al menos, así lo recoge Oxford Languages. En cierta manera, es bastante similar al código genético en tanto que define cómo aquellos individuos que pertenecen a una cultura deben ser (lo que los define como parte de esa cultura) y cómo deben interactuar con el entorno (ya que la manera en la que los miembros de una cultura interactúa con los miembros de otras o con su entorno viene definida por la propia cultura).

Esta similitud provoca, invariablemente, que ambas interactúen. Esta idea puede resultar compleja, pero hay ciertos ejemplos que resultan muy ilustrativos a la hora de explicar a lo que me refiero con esta afirmación.

Foto: Queso, evidencia de la evolución cultural
Fuente: Pixabay

Tomemos la capacidad de digerir lácteos, por ejemplo. Es una característica que sólo conservan en su etapa adulta algunos seres humanos. Estos están localizados en áreas en las que se ha desarrollado la ganadería. En épocas de hambruna, era más probable que sobreviviesen aquellos que tenían la capacidad de digerir lácteos en su etapa de adulto, haciendo que fuera un rasgo que se heredaría a sus descendientes. Sin embargo, en aquellas áreas en las que no se ha desarrollado la ganadería, no habría acceso a alimentos basados en lácteos, haciendo que la capacidad de digerirlos no fuera un rasgo distintivo que condicionase quién vivía y moría y por lo tanto, un rasgo que se transmitiera a la siguiente generación.

Otro caso en el que esto puede observarse es en el de Hawaii. Sabemos que Hawaii tiene una gran cantidad de individuos que padecen obesidad y tienen una probabilidad superior de padecerla que miembros de otras culturas. ¿Pero cuál es la razón de ello? Los habitantes de Hawaii llegaron hasta las islas en condiciones muy duras. Tanto, que muchos de ellos perecieron por el camino y sobrevivieron únicamente aquellos que tenían una gran capacidad de almacenar energía. Debido a ello, esa capacidad de aprovechar alimentos de manera eficiente, se traduce hoy en día en una mayor facilidad para padecer obesidad.

Como estos, hay muchos otros ejemplos. Hay lugares donde la capacidad de digerir algas en grandes cantidades y durante largos períodos de tiempo se ha desarrollado a causa de las costumbres de los pueblos que ahí habitan. Hay lugares donde las personas tienen capacidades pulmonares diferentes para poder aprovechar bien el oxígeno en altitudes donde este es escaso. Así pues, podemos ver que la interacción entre ambos conceptos es algo innegable.

Sin embargo, podremos observar que esta interacción no es estática o no deberíamos asociarla a situaciones puntuales. Ambas cosas, la evolución y la cultura, van de la mano e inciden el uno en el otro. Una cultura, entre otras características, reúne que comparte entre sus integrantes una serie de tradiciones y costumbres. Hemos visto cómo algunas de éstas se pueden heredar de la necesidad. La necesidad de consumir lácteos, por ejemplo, derivará a una cultura que desarrollará a su vez más productos lácteos, ya que sus integrantes los podrán digerir. La capacidad de vivir a grandes alturas desarrollará una cultura que podrá convivir en condiciones poco habituales, dándoles acceso a recursos. Estas condiciones llevarán a que se hagan otros “filtros”, otras situaciones en las que un rasgo prevalece sobre otros. Tal vez tengan acceso a plantas que normalmente son venenosas, pero algunos individuos las puedan digerir. O se acaban confeccionando ropas y costumbres que combaten las condiciones climáticas de sus nuevos hábitats. Así, una cosa alimentará y condicionará a la otra, en constante cambio, adaptándose uno al otro. 

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