El precio de la naturaleza
¿Cómo valorar lo que nos aporta la naturaleza? Nos proporciona todo. La tierra que se labra, el aire que se respira, los metales y tierras raras con las que construimos nuestros soportes tecnológicos... Extraemos mucho y damos... poco. De hecho, frecuentemente no damos nada. ¿Cómo valoramos esto? ¿Se le podría dar un valor monetario? La respuesta es que ya se ha hecho. Se ha tratado de proponer los valores equivalentes a los servicios que nos proporciona la naturaleza o el medio ambiente.
Alguien se podría preguntar ¿para qué? Y la respuesta es simple: porque es más sencillo para ciertas personas entender lo que aporta la naturaleza si se traduce a valor monetario. Además hace más sencilla su gestión y resulta instructivo, a la vez que permite realizar comparaciones y valoraciones que si no serían más difíciles de realizar (o imposibles).
Por supuesto, tiene muchas críticas. Esta manera de interpretar la naturaleza la simplifica demasiado, le da un valor (y por lo tanto un potencial de manipulación) y lo mercantiliza, pone el centro en el ser humano, cuando es algo más complejo y grande.
Así pues... ¿cómo se puede emplear? ¿ha tenido algún impacto positivo? Existe la posibilidad, una vez se le de un valor a un servicio ecosistémico a un elemento de la naturaleza, de realizar pagos equivalentes a individuos para que se aseguren de que la naturaleza provea ese servicio.
Me gustaría proporcionar un ejemplo en particular. Me voy a centrar en los Bosques Pico Bonito, en Honduras. Como algunos sabréis, existen los “objetivos de reducción de gases de efecto invernadero”. Es decir, en qué proporción se espera reducir las emisiones de estos gases en un tiempo concreto. Es un objetivo que toman diversos países o naciones en conjunto. Por ejemplo, en el caso de la Unión Europea, esta ha asumido para el año 2030 un objetivo de, al menos, un 55% menos de emisiones netas de gases de efecto invernadero (emisiones una vez deducidas las absorciones) en comparación con 1990.
¿Qué hace Bosques Pico Bonito? Planta árboles y calcula el crédito correspondiente al secuestro de dióxido de carbono de esos árboles. Es decir, del dióxido de carbono del aire que absorben los árboles que plantan, calculan cuánto cuesta lo que absorbe cada uno de ellos. Y luego, se lo venden a estos países y naciones. Si un país no llega a su objetivo, podría comprar este secuestro de dióxido de carbono para así llegar a sus objetivos. Mientras que Honduras se aleja de su objetivo (si lo tiene) por el hecho de vendérselo a otro país, quien lo compra se acercará a su objetivo. A cambio de un coste, claro.
Este ejemplo es bastante ilustrativo porque pone de manifiesto las críticas antes mencionadas. No es lo mismo que un país emita menos (o plante sus propios árboles) para reducir sus emisiones a que lo haga otro y se le compre esa “reducción”, porque en realidad, el país seguirá igual. Tampoco es lo mismo que haya una zona específica del planeta reduciendo y absorbiendo el dióxido de carbono en grandes cantidades a que se haga de manera dispersa por todo el globo. La naturaleza es compleja. Es traicionar la intención que hay a la hora de establecer los objetivos, convirtiéndolo en una manera que sobre el papel se haya cumplido con lo estipulado, sin realmente solucionar mucho. O nada. Quisiera creer que al menos sirva para romper con la desigualdad económica entre países, pero ni siquiera estoy convencido de ello.
En definitiva, no soy amigo del concepto, pero espero equivocarme y que sus beneficios sean mayores a los que yo veo y sus inconvenientes menos importantes.
Fuentes:
Pago por servicios ambientales - Wikipedia, la enciclopedia libre
Bosques Pico Bonito | Restaurando bosques para el bienestar de todas las generaciones
Objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (miteco.gob.es)
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